El pasado judío de España es eso, pasado

En estos días de Pesach y los previos, tuve la oportunidad de hacer un par de viajes-relámpago. El primero a Roma, y luego a Córdoba, pasando por Toledo y visitando las llanuras manchegas.

En los tres destinos, he podido pasear un rato por las antiguas juderías, pero de las tres, sólo una sigue vigente: la romana.

En el ‘antiguo’ barrio judío de Roma, situado, calle más o calle menos, entre el Teatro de Marcello y la Via Arenula, y entre el Tíber y la línea que forman la Via dei Falegnami y la Via dei Furnari, no sólo se puede ir a comer a los restaurantes, cafeterías y heladerías kosher.

Cuando uno callejea por esa zona, se pueden encontrar bastantes puertas y portales con su mezuzá, y qué decir de la imponente Sinagoga mayor, así cómo de las otras pequeñas sinagogas ‘locales’. Ahí vive gente y el barrio sigue vivo con los años.

Por lo contrario, tanto en Toledo como en Córdoba, las antiguas juderías son eso mismo, antiguas juderías, convertidas ahora en reductos para turistas. En Toledo, está ‘señalizado’, si por señalización entendemos unos minúsculos azulejos en el suelo o en la base de alguna casa.

La recuperación de dos de las sinagogas de la ciudad, Tránsito y Santa María la Blanca (aún cuando llamar ‘Santa María’ o ‘Nuestra Señora del Tránsito’ a una sinagoga situada en la Calle de los Reyes Católicos es algo más que un chiste muy penoso) es de agradecer, pero cuando se visita el “Museo Sefardí”, en el interior de la Sinagoga del Tránsito, uno no tiene la impresión de visitar El Museo Sefardí de España. Más bien es una mini-exposición que viaja muy rápido de los habitantes de la Tierra de Canaan hasta el siglo XIX.

Se pueden ver ídolos domésticos cananeos, fragmentos de construcciones, algunos rollos de Torá con sus punteros, libros de rezos, una Meguilá, un par de ‘vestidos tradicionales sefardies’, ‘herramientas’ del siglo XIX para la circuncisión y una ketuba, o contrato matrimonial.

Una de las zonas más emotivas, por decirlo así, es el Rincón de la Memoria, un pequeño jardín exterior en el que se han situado estelas funerarias y tapas de sarcófagos. La mayoría fueron recuperadas de casas privadas toledanas, donde hacían las funciones de fregaderos, abrevaderos y demás…

La sinagoga en sí es realmente impresionante, en especial las yeserías y el Aharón ha-Kodesh, o el pequeño fragmento del suelo original, conservado gracias al altar que se construyó encima y que, en ser retirado, hoy nos permite contemplar un mínimo vestigio de lo que fue el suelo original.

Pero es en Córdoba cuando uno se da cuenta de la realidad actual de lo que una vez se conoció como Sefarad. Callejuelas en las que toda casa y local es un bar o un chiringuito para turistas, vendiendo monteras de torero, figuritas de nazarenos, sevillanas y toros, banderas de todos los colores y equipos de fútbol, collares, anillos y pulseras, azulejos de “Aquí vive uno de…” (también algún azulejo con una menorah o un magen David), dulces y vinos.

Más aún, las procesiones de Semana Santa circulan por esas callejuelas, hoy alfombradas por la cera fundida de los cirios, e incluso los carteles de las tiendas tienen bisagras para poderlos plegar y que no se enganchen los pasos con sus palios. Por suerte, la calle en la que actualmente se sitúa la puerta de acceso a la antigua sinagoga es demasiado estrecha para que pase la procesión…

La sinagoga no pude visitarla, ya que los lunes está cerrado, como los bares. Lo que si que estaba abierto era la Casa de Sefarad, un sitio en el que nos dieron un folleto informativo sobre el concierto de flamenco que se iba a celebrar esa misma noche.

Y esa es la herencia de Sefarad, lo que queda realmente de ese lugar-concepto, de ese espacio-tiempo que iluminó parte del mundo conocido. Una pantomima, un intento de parque temático con ínfulas, que ni si quiera respeta la memoria de lo que se hizo, y que con la ayuda de panfletos tri-lingües proclama el “amor gratuito y para siempre al pueblo de Israel” por parte del arzobispado. Quizá estaría mejor poner un par de kippot a disposición de los visitantes que estuvieran dispuestos a reconocer dicha memoria.

Posters del arzobispado católico, panfletos, azulejos de recuerdo y ofertas de recuperación de la ciudadanía española. Esto es lo que queda de Sefarad en España.

Más sobre la interpretación helenística de conceptos hebraicos

En el último artículo comentaba la influencia que tuvo el helenismo en la surgida del cristianismo.

Hoy, disfrutando de la intervención del Rabino Lord Jonathan Sacks en la NYU hablando de diversidad religiosa, llegué al minuto 36:50, en que el Rav comenta la no validez, dentro del judaísmo, del “principio de no contradicción”, por el que una afirmación y su contraria no pueden ser ciertas.

Comenta que Jan Assmann, en su libro “La distinción mosaica: el precio del monoteísmo” (que por cierto también estoy leyendo), atribuye al monoteísmo la introducción de la intolerancia en el mundo, más concretamente a Moisés, que de alguna forma introdujo el principio de no contradicción en el mundo, distinguiendo entre el Dios verdadero y los falsos dioses: si mi Dios es el Di-s verdadero, el tuyo tiene que ser falso.

Para Sacks, esa afirmación es peligrosamente equivocada, ya que el principio de no contradicción no entró en la vida religiosa ni con Abraham, ni con Moisés ni con el judaísmo ni con la llegada del cristianismo, si no que lo hizo cuando conceptos hebreos de lenguaje, conocimiento o verdad llegaron a la civilización occidental, no en su forma original (hebreo) si no en su traducción griega, una lengua para la que no están hechos.

El griego es la lengua ideal para la filosofía y la ciencia, pero no lo es en absoluto para expresar los valores y conceptos religiosos centrales para la Torá hebrea, ni del cristianismo ni del islam, ya que estos conceptos no tienen nada que ver con la ciencia ni la filosofía ni con la verdad descriptiva.

A partir de este momento, la charla de Sacks se transforma en un bellísimo alegato de defensa de la unicidad de Di-s, del mismo Di-s al que todos rezamos, aunque de forma diferente, y en la negación total y categórica de la exclusividad religiosa.

Sólo en la traducción griega, el monoteísmo se convierte en “un solo Dios significa una sola verdad, una sola forma de ser”.

Véanlo, vale mucho la pena.

Más de la Respuesta a Job

Sigo leyendo la Respuesta a Job de Jung. Y acabo de tener un momento muy divertido. Empezó hace un par de días, viendo el documental en dos partes Bible Hunters, donde se habla de la carrera realizada a finales del siglo XIX e inicios del XX para corroborar que las palabras de la Biblia (o mejor dicho, el Nuevo Testamento) son realmente la palabra de Di-s.

En la segunda parte, se explica, muy por encima, eso si, el proceso de selección entre los muchos y variados ‘evangelios’ que se escribieron años después de la muerte de Cristo. En esa selección tuvo mucha mano Atanasio de Alejandria, Obispo de esa ciudad y posteriormente Doctor de la Iglesia.

Atanasio fue el principal defensor de la trinidad frente a los arianos (que defendían que Cristo era de una ‘sustancia’ diferente de Di-s). Helenista convencido, dominaba el griego y su conocimiento de la Torá (o del “Antiguo Testamento”) se limitaba a la Septuaginta, una traducción de la Torá al griego.

La tradición helena siempre fue “algo” misogina. El mismo Aristóteles decía que las mujeres eran simplemente inferiores a los hombres, aunque diferentes a los esclavos (¡menos mal!). De los griegos sale esa esperanza de la perfección, solamente alcanzable en una relación entre dos hombres.

Que cabe esperar entonces de la adaptación de la religión judía por parte de helénicos convertidos, como Atanasio o Pablo de Tarso, judío helenizado que no sólo tuvo la visión que los 613 mandamientos del judaísmo eran demasiados (o demasiado duros) para cumplirlos, y por lo tanto no tenía sentido seguirlos, sino que se atrevió a cuestionar a los mismísimos compañeros de Cristo en sus creencias, acusándoles precisamente de ser judíos (!!??).

Así tenemos una corriente claramente misógina, como dice Jung cuando habla de qué pasaría si ‘desmitologizamos’ a Cristo:

Este intento racionalista aniquilaría todo el misterio de la personalidad de Cristo, lo que sobreviviría a éste intento no sería ya el nacimiento y destino de un dios en el tiempo, sino simplemente un maestro religioso sobre el cual no hay testigos históricos demasiado serios, un reformador judío, que ha sido interpretado a la manera helenística, y con eso falseado, es decir, una espécie de Pitágoras, de Buddha o de Mohammed, pero de ningún modo un hijo de Di-s o un dios encarnado.

Y eso es lo que es Cristo sin la interpretación helenística, sin el Christós. Sin la traducción e interpretación que da la vuelta completamente al significado de Masiach, sólo queda un spin-off aguado del judaísmo, un judaísmo sin judaísmo, proclamado por filohelenos y, como el helenismo, con la visión de “enseñar al que no sabe”, de transmitir la verdad ilustrada a las hordas de bárbaros ignorantes.

Lo que ignoraron, ¿deliberadamente? Pablo y los que le sucedieron, además de los 613 mandamientos, es que la tradición judía es bastante tajante en tanto a la identidad del Masiach, así como en la definición de los falsos profetas. Pero esto es otro tema.

Respuesta a Job

Ando leyendo la “Respuesta a Job” de Carl G. Jung. Jung es curioso, pero a veces parece que se le fuera la cabeza. Y es exactamente eso lo que yo pensé en los primeros capítulos de su respuesta al libro de Job.

Para Jung, el libro de Job es el primer momento en que aparece una crítica a Di’s, en que se muestra una cara ‘malvada’ de HaShem. Ésta cara malvada se muestra, según Jung, en el trato que dispensa a Job. No sólo aparece el mal trato, sino que se cuestiona la omnisciencia del Creador, ya que, para Jung, si el Creador que todo lo ve y todo lo sabe tiene que demostrarle a satanás que Job no va a traicionarle por muchas maldades que le inflija, es que realmente no es totalmente omnisciente. Hay algo que se le escapa al Creador.

Todo esto va cuadrando a medida que uno va avanzando en la lectura, y se asienta por completo al final del capítulo cuarto, ya que, al menos yo, descubrí la función (o al menos uno de los sentidos o propósitos), de Jung en su “Respuesta”: es la explicación de una de las bases de las creencias cristianas. Y se alcanza gran claridad cuando el autor empieza a hablar de la deificación de la madre de Jesús, de la que dice que es una imagen de la Sabiduría que aparece en Kohelet y Proverbios, como requisito previo a la encarnación del hijo medio-humano de Di’s.

Uno podría pensar “pues claro, si Jung era hijo de un pastor protestante, ¿de qué va a hablar si no?”. El contexto en que se leen los textos hace mucho. Si uno lee la Respuesta a Job desde una óptica fuera del contexto ‘veterotestamentario’, si no en contexto de “Tora”, todo le sonará a chino, cuando no a idolatría. Pero cuando se comprende el contexto del autor y se lee el texto de acorde con ese sentido (aún cuando no se comparta para nada ese sentido), todo coge otro matiz.

Cabe tener en cuenta también toda la obra y el bagaje de Jung en tanto a los mitos. Así, aún cuadra más el texto y transluce el simbolismo. Un simbolismo que no deja de ser interesante y hermoso.

Conocimiento y juventud

Dice Rabbi Moshé ben Maimon en su Guía de Perplejos, hablando las razones que aconsejan no empezar la instrucción por las verdades metafísicas,

Por eso no aconsejamos que se dé este manjar a los jóvenes; más aún son incapaces de asimilarlo, a causa del hervor de su sangre y de la llama de la juventud que turba sus entendimientos. Antes, habrá de desaparecer ese calor que provoca todo el desorden, y los jóvenes habrán de hacerse sesudos y morigerados varones, humildes de corazón, y dueños de su temperamento, porque sólo entonces podrán llegar al altísimo grado de percepción de Di-s.

Este tipo de párrafos sólo se empiezan a poder comprender (y con reservas) cuando uno empieza a hacerse sesudo, morigerado, humilde de corazón y dueño de su propio temperamento. Por algo será…

Salmo 4

1) Para el director; con Neguinot. Salmo de David.

2) Al invocarte, respóndeme, ¡oh Dios de mi justicia! De la aflicción me libraste. Apiádate de mí y escucha mi oración.

3) ¡Hijos del hombre! ¿Hasta cuándo mi honor será mancillado, amaréis la ilusión y buscaréis el fraude? Sela.

4) Sabed, pues, que escogió El Eterno a aquél que le es fiel. El Eterno escucha cuando lo llamo.

5) Pues temblad y no pequéis. Meditadlo en vuestros corazones sobre vuestros lechos y callad. Sela.

6) Ofreced sacrificios de justicia y confiad en El Eterno.

7) Muchos dicen: “¿Quién nos mostrará el bien?” Eleva sobre nosotros la luz de Tu presencia, ¡oh Eterno!

8)Concediste alegría a mi corazón, más que la de ellos cuando su trigo y su vino abundan.

9) En paz, a la vez, acostarme y dormirme; pues sólo Tú, Eterno, harás que yo repose confiado.

Salmo 73

Di-s es verdaderamente bueno con Israel, con los puros de corazón. En cuanto a mí, mis pies casi han descarriado; en un instante mis pasos habrían sido arrastrados. Pues envidié a los arrogantes cuando vi la tranquilidad de los malvados.

Pues no hay malestar[previo] a su muerte, y su salud es buena. No tienen parte en la faena de los hombres, ni se afligen como otros mortales.

Por eso visten arrogancia como una gargantilla; sus cuerpos se envuelven en violencia. Sus ojos afloran por la grasa; superaron las ilusiones de su corazón. Se burlan y hablan perversamente de opresión; de lo alto hablan ellos.

Disponen sus bocas contra el Cielo, mientras sus lenguas caminan sobre la tierra. Por eso Su pueblo les vuelve la espalda, y bebe de la rebosante [copa] de [envenenadas] aguas. Y dicen: “¿Cómo es posible que Di-s sepa? ¿Hay conocimiento en el Altísimo?”

Mira, estos son los malvados, siempre tranquilos, han logrado mucha riqueza. Ciertamente, en vano yo he purificado mi corazón, y lavado mis manos en pulcritud; pues me afligí todo el día, y mi reprimenda vino cada mañana.

Si hubiera dicho: “Lo contaré tal cual es”, he aquí hubiera traicionado a la generación de Tus hijos. Y cuando medité para comprenderlo, fue injusto a mis ojos hasta que llegué a los santuarios de Di-s, y percibí su final.

En verdad los colocas en lugares resbaladizos, los arrojas a la oscuridad. ¡Cómo se han vuelto desolados en un instante! Tocaron a su fin, consumidos por terrores. Cómo en el despertar de un sueño, mi Señor, cuando te despiertas, los desprecias como fantasmas.

Cuando mi alma se amargó, cuando se me rompió el corazón, fui necio y no comprendí, como un animal fui contigo. No obstante, siempre estuve contigo; Tú sostuviste mi diestra. Tu me guías con Tu consejo, y después, me recibirás con honor. ¿A quién tengo en el cielo sino a Ti? Y cuando estoy contigo, nada deseo sobre la tierra.

Mi carne y mi corazón pueden fallar, pero Di-s es la fuerza de mi corazón y mi porción por siempre. Pues he aquí que todos los que están lejos de Ti perecen, Tú cercenas a todos los que descarrían de Ti.

Pero en cuanto mí, es bueno estar cerca de Di-s; he puesto mi confianza en mi Señor Di-s, que pueda narrar todas Tus obras.

Salmo 15

Un Salmo por David: Hashem, ¿quién puede habitar en Tu tienda? ¿Quién puede morar en Tu santo Monte? Aquel que camina con integridad, que actúa justamente y habla verdad en su corazón; que no tiene calumnia sobre su lengua, que no ha hecho daño a su prójimo; que no ha causado oprobio [con sus acciones] a su pariente; en cuyos ojos una persona despreciable es aborrecible, pero que honra a aquellos que son temerosos de Dios; que no altera su promesa aunque ello sea en su propio perjuicio; que no presta su dinero con usura, ni toma soborno contra el inocente; Aquel que hace estas cosas nunca ha de caer.

El problema III

Sobre los dos últimos artículos, las palabras del Rabbi Moshe ben Maimon, Maimonides o Rambam:

[Sin embargo], el hombre no está capacitado para comprender las intenciones del Creador del mundo, ya que Sus caminos no son nuestros caminos, ni Sus pensamientos son nuestros pensamientos.

De su Mishneh Torah, libro sobre las leyes de los reyes, 11:4.

El problema II

Viendo Haredi: The Ultra orthodox society in Israel quería hacer una actualización al último artículo sobre fundamentalismos, pero aunque breve, creo que el comentario se merece uno post a parte.

Los Haredis son, como se indica en el título del documental, parte del sector ultra-ortodoxo del judaísmo. Pero dentro de éste sector, aún hay sub-ramas que, por ejemplo, se declaran anti-sionistas y no reconocen el Estado de Israel por considerarlo un atentado contra la voluntad Divina.

Boicotean elecciones y demás, mientras reclaman una vuelta a la visión ‘literal’ de la Torá. Una visión literal de los puntos que les interesan. Para saber esos puntos, los hombres se pasan toda la vida estudiando la Torá. Una familia haredí cuenta con unos 10 hijos. Esos 10 hijos, y el padre en la mayoría de los casos, dependen de la madre, a la que estos ultra-ortodoxos ven como un apoyo y sustento para que su marido pueda estudiar.

Así que mientras el padre se dedica a procrear y a estudiar, las madres, jóvenes que con 28 años ya van por el décimo pequeño, tienen que criar a los hijos y mantener a la familia, ya que a su marido no le pasa por la cabeza la más mínima idea de conseguir un trabajo remunerado para dar de comer a sus hijos, obviando así Bereshit (Génesis) 3:19 en toda su vida de estudio. Obviando ser un buen padre y un buen esposo también forma parte de servir a Di-s.

Por eso gran parte de los haredis viven en la pobreza y dependen exclusivamente de ayudas sociales y diferentes subsidios públicos para poder comer o conseguir cosas básicas como ropa para vestirse.

El problema es que estas personas están decididas a proteger todo ese sistema. El problema está en que estas personas no sólo creen esto a ciegas, si no que luchan para imponer esas creencias al resto de ciudadanos, unos ciudadanos que les mantienen pagando impuestos, y que ven que esos ultra-ortodoxos atacan y muerden a la mano que les da de comer e intentan construir muros y más muros para separar: separar hombres de mujeres; separar el mundo exterior de la comunidad…

El problema es que cuando tus puntos de vista, ideas y mundo solamente se sostienen con la ayuda de muros que te separan del exterior, es porque tienen demasiados fallos.